jueves, 14 de enero de 2010

Una infancia oprimida

No eran las nueve de la mañana cuando Braulio se topó con un par de oficiales. Vestía pantalones tres cuarto, el delantal desatado, alpargatas un poco gastadas y una mochila con dibujo de una banda de cumbia.
- ¿A dónde vas?- interrogó uno con cierta vehemencia.
- A la escuela- asintió Braulio sin desmesura.
- ¿Entras tarde que vas a esta hora?… Permíteme el documento.
- Lo tiene mi mamá señor.
- Entonces decime cómo te llamas, qué edad tenés, donde vivís… ¿te acordás del número de documento?
- No. Tengo catorce años, pero… por qué me interrogan… debo rendir una materia, por eso voy a esta hora.
- La materia la vas a rendir adentro, pibe.

Dirigentes de la Provincia de Buenos Aires acordaron en realizar un “Código Contravencional” para establecer orden y seguridad en la sociedad. Dicha norma, que consta de 168 artículos, sería tratada en el próximo Senado y de aprobarse aunque sea en líneas generales -desechando o modificando algunos de sus artículos- permitiría a Scioli lograr una aproximación legal en lo que se refiere al pedido de “bajar la edad de imputabilidad”.
El código contravencional es ilegítimo, represivo, discriminatorio y antidemocrático. Entre los artículos se plantea la idea de vestirse de manera adecuada, no andar en la calle por la madrugada, prohibido cortar una calle reclamando derechos, no escuchar música fuerte, circular obligatoriamente con documentos, etc. En caso de no “respetar” esas normas la policía tiene la potestad de llevar detenido a la persona que no cumpla con ello.
Mendigos, trapitos, cartoneros, linyeras, malabaristas, vendedores ambulantes y artistas callejeros no podrán realizar sus tareas laborales y de supervivencia debido a lo que prevé la propuesta del gobierno provincial.
“Es una manera de comenzar a mitigar los problemas de la seguridad pública”- aseguran y sostienen que “es necesario establecer pautas de convivencia”. Lamentable, porque desde mi infancia aprendí que la libertad, como dijera Don Quijote, es un bello don que tienen los hombres y mujeres de bien para buscar la plenitud. Mis deseos de libertad, y los del caballero andante, no están descriptos en ninguno de los 168 artículos.
Ni los dirigentes políticos, ni algunos periodistas, ni los impresentables famosos que hacen programas bizarros, reconocen que el problema de la “inseguridad” (incomparables entre el interior de la provincia y el conurbano) está en la ausencia del Estado en las cuestiones básicas de vida: educación, salud, trabajo y vivienda. Mientras no existan políticas sociales de inclusión, ninguna otra propuesta será prudente, y mucho menos algo que parece acercarse a los peores años de nuestra historia.
El gobierno autoriza y la policía golpea. Es común observar a jóvenes y niños acorralados por uniformados interrogando y haciendo sentir el rigor de autoritarismo. Por la vestimenta, el color, la forma de caminar o lo que fuere, rápidamente se los detiene y cuestionan actitudes de sospecha. Eso se llama opresión y desdén, y el código no le otorga consideración.
Debemos rechazar esta absurda propuesta para que realicemos nuestra vida en relación a los demás, con solidaridad y respeto, lejos de la violencia y la represión, cuidando a las semillas del futuro. Actuar con conciencia, con ética y moralidad que permitan cambiar una sociedad para pocos en un mundo para todos.
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